mayo 20, 2009

Abierto hasta el amanecer

Este fin de semana hemos estado en el pueblo. El sábado por la noche mis amos decidieron salir a la plaza para ver a unos amigos y a la vuelta me contaron que de camino a la plaza se encontraron muy cerca de casa la puerta de un local de venta de congelados que se había inaugurado ese mismo día abierta y las luces de dentro apagadas. Al ser cerca de las diez pensaron que el propietario debía estar dentro haciendo caja y no le dieron importancia. Sin embargo, cuando volvían a casa se dieron cuenta de que la puerta seguía abierta exactamente como la habían dejado atrás y ya no les parecía que era una hora razonable para estar haciendo caja. Decidieron entonces asomarse y pudieron comprobar que dentro no había nadie y que cualquiera podía entrar y llevarse lo que quisiera, si es que no lo habían hecho ya. Él dijo que llamaran a la policía, pero a ella le parecía mejor comentárselo a sus padres porque ellos conocían al dueño y sabían dónde vivía, que era casi al lado de ellos, y así avisarle directamente.

Ya en casa le comentaron esto a los padres de ella y mis amos se fueron con su suegro a ver de nuevo el local. De camino ellos comentaban entre si que no debían tocar nada, no fuera a ser que hayan robado y al ver sus huellas se fueran a meter en líos, no obstante, para cuando se quisieron dar cuenta, el padre de ella ya había abierto la puerta de par en par y estaba inspeccionando el local sin preocuparse de tocar todo bien tocado. El caso es que al no tener claro dónde vivía el dueño decidieron dar el aviso a la policía, que se personó inmediatamente y se puso a inspeccionar con linternas todo el local por si había algo sospechoso. Tras un buen rato de investigar en la oscuridad decidieron que no había nada raro y encendieron todas las luces, mientras mis amos pensaban que debía ser mucho más divertido para ellos hacer las investigaciones con linternas, ya que las luces se podían haber encendido desde el principio. Tras las investigaciones los policías decidieron avisar al dueño, para lo cual llamaron a uno de los telefonillos del edifico donde estaba el local. Contestó una señora y el policía le preguntó si sabía que el local estaba abierto. La señora le contestó que el local a esas horas de la madrugada ya estaba cerrado, vamos, que esas no eran horas de comprar congelados. El policía le preguntó que si conocía al dueño y dónde vivía y la señora le contestó que para qué co&% quería saber eso, tras lo cual el policía se identificó como tal, mientras mis amos volvían a imaginar que era mucho más divertido interrogar a alguien de madrugada sin identificarse previamente, que si dices que eres policía desde el principio pierde toda la gracia.

Al final se localizó al dueño y al llegar pudo comprobar que no faltaba nada y nos explicó que debió confundirse de mando a distancia y en vez de dar al del coche debió dar al de las rejas automáticas, que se subirían y la puerta interior no la había cerrado. Una vez todo aclarado se volvieron todos a sus casas. Antes, uno de los policías le dijo al dueño que se llevaba una chocolatina del mostrador (que por cierto, ya había abierto y se estaba comiendo). Al final de todo parece que el dueño si iba tener pérdidas esa noche, por lo menos una chocolatina.


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